martes, 29 de enero de 2008

Muerto, no enfermo.

Muertos, no enfermos (Incapacidad Total Humana).

“Y Él os dio vida cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne y de nuestros pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Ef.2:1-3.
La Biblia presenta al ser humano caído como muerto espiritualmente, no presenta al pecador como enfermo, ni siquiera como mortalmente herido. La predicación humanista post Arminio habla de un hombre “muerto” pero en realidad lo presenta como un enfermo que agoniza, el cual puede aceptar o rechazar la medicina (Jesucristo) que puede curar sus males. Esta visión es totalmente antibíblica.
La Palabra de Dios indica más bien que el ser humano es incapaz de hacer nada por sí mismo (ni siquiera desear el salvarse). Una persona viva puede suicidarse, pero una vez muerta no puede escoger volver a la vida. Así mismo Adán y Eva, los cuales gozaban del privilegio de la vida espiritual (comunión con Dios), escogieron, por su libre albedrío, someterse al pecado (perdiendo de esta forma su libertad porque él que hace pecado, esclavo es del pecado…).
La muerte espiritual implica incapacidad total, sin embargo el espíritu humanista que ha permeado las mentes de este siglo impide que el orgullo humano sea doblegado y que el hombre acepte su verdadera situación. El hombre no quiere verse a sí mismo como despojado de todo mérito e incapaz de hacer algo por sí mismo.
La Biblia nos revela en Ro.3:9-18 dicha incapacidad:
“No hay justo ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios…No hay ni siquiera uno”
Este pasaje nos quita toda esperanza de que el pecador pueda por si solo entender el evangelio y buscar a Dios para ser salvo.
La naturaleza pecaminosa del hombre no le permite someterse a la voluntad santa del Creador:
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.” Ro.8:7.
La pregunta natural que surge es: ¿Existe alguna parte del ser humano caído que no sea controlada por el pecado?
Cada parte del pecador es controlada por el pecado.
- Su entendimiento:
El pecador no entiende ni busca a Dios (Ro.3:11), tiene su entendimiento entenebrecido (Ef.4:18). No es capaz de percibir las cosas espirituales y las considera insensatez (I Cor.2:14). Su mente es incapaz de someterse a Dios (Ro.8:7). Es un enemigo de Dios (Col.1:21) cegado por el maligno (II Cor.4:4) y los pensamientos de su corazón son de continuo hacia el mal (Col.1:13).

No hay comentarios: