miércoles, 31 de octubre de 2007

Discutiendo los puntos de vistas arminianos.

En lo adelante desarrollaré una serie de breves meditaciones sobre los puntos de vistas arminianos que discordan con la postura calvinista. El primero de los tales lo trato hoy:

1. La Caída del Hombre
Dios ha determinado salvar a través de Jesucristo aquellos de la raza humana caída y pecadores quienes por la gracia del Espíritu Santo creen en El, pero deja en pecado el incorregible y el incrédulo.

En primer lugar, si los que creen lo hacen por la Gracia del E.S. (afirmar otra cosa sería herético) debemos concordar con uno de las dos siguientes ideas:

1- La gracia (especial no común) se aplica a unos pocos (En ese caso estaríamos hablando de elección).

2- La gracia (gracia común) es para todos los seres humanos, solo algunos responden positivamente a esa gracia.

Los arminianos concordarían con la idea número dos a lo que se puede preguntar:

- ¿Por qué algunos responden y otros no?

Las causas podrían ser dos: En primer lugar porque no todos pueden responder a la gracia de Dios que los invita al arrepentimiento. En segundo lugar porque no todos quieren responder por causa de su entendimiento entenebrecido.

Si afirmamos que se debe a que no todos pueden responder al llamado del Espíritu, estamos afirmando que algunos pueden hacerlo, por lo tanto son pecadores con una “mejor” condición espiritual que el resto. Esto contradice abiertamente las Escrituras, que afirma: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” y “…la paga del pecado es la muerte”. O sea, todos los pecadores se encuentran en el estado de muerte espiritual. No puede afirmarse que existan grados para calificar la muerte espiritual, 60% muerto, 30% muerto. La muerte es un estado absoluto y definitivo. Una persona viva puede decidir suicidarse, pero una vez que está muerta no puede escoger resucitarse. Los muertos en delitos y pecados (o sea todas las personas sin Cristo) están enemistadas contra Dios. Dice la Biblia que “no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”. No pueden, aun cuando quisieran (después veremos que tampoco quieren) hacer la voluntad de Dios por cuanto “…el que hace pecado, esclavo es del pecado”.

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