“Non nobis Domine, non nobis sed tuo nomini da gloriam” (Vulgata- Salmo 113:9)
I- La necesidad.
Hasta principios del siglo V se tenían algunas colecciones de los texto bíblicos traducidos al latín en forma de manuscritos. Según algunos eruditos, muchas de estas traducciones no fueron preparadas para el uso de la iglesia entera, sino preparadas ad hoc para el uso de comunidades cristianas locales y no se podía hallar uniformidad en las traducciones existentes. Esta colección de traducciones de latinas de la Palabra de Dios se conoce como Vetus Latina y estaban escritas en el más rancio latín antiguo y el mismo Agustín de Hipona en “De Doctrina Cristiana (2,16)” lamenta la abundancia de anacolutos o solecismos existentes, los cuales oscurecían la interpretación del texto. Otros estudiosos se inclinan, sin embargo, a pensar que hasta entonces existía una única traducción conocida como Ítala, debido a que, aunque se considera que fue preparada en África en el siglo segundo, fue revisada en Italia, de ahí su nombre. Sea que existiesen muchas colecciones parciales de traducciones o una sola traducción con muchas revisiones que le introdujeron cambios sustanciales, lo cierto es que no se contaba con una traducción confiable, sino con un conjunto de textos que por las copias y las revisiones, más las imprecisiones propias de la traducción se encontraban corruptos.
Un ejemplo clásico lo constituye la siguiente cita de Salmos 122:6, del “Salterio Galicano”, el cual es nombrado de esa forma debido a que fue recibido en las Galias en la época de los Reyes Carolingios. La traducción al latín de este Salmo contenido en el Salterio es: Rogate quae ad pacem sunt Ierusalem, es decir, "rogad a los que están por la paz de Jerusalén". La versión de la Vetus Latina procura respetar el orden y el uso de las palabras del original griego de la Septuaginta. Por contraste, San Jerónimo, en versión posterior sobre textos originales hebreos, traduce el verso de la cita como "rogate pacem Ierusalem", es decir, "rogad por la paz de Jerusalén".
II- La composición.
Debido al problema anteriormente mencionado, el Papa Dámaso I encarga a Jerónimo, en 382, una traducción en latín corriente.Con el objetivo de que fuera más entendible y más exacta que sus predecesoras, traduce Jerónimo su vulgata editio (edición vulgar o popular), tomando su nombre de esta frase se le denominó Vulgata Latina.
La labor de Jerónimo comenzó con la comisión papal de revisar la traducción de los cuatro Evangelios empleando los mejores textos del griego, tarea que a la muerte de Dámaso I, en 834, ya había completado en detalles, sin embargo su empresa se hizo más ambiciosa hasta extenderse a la traducción de la totalidad de la Biblia. Al culminar la revisión de los cuatro Evangelios Jerónimo escribió:
“Tú me obligas a crear una obra nueva, de una vieja, y al mismo tiempo obrar como un árbitro sobre ejemplares bíblicos, después que estos están ampliamente distribuidos [desde tiempo] en todo el mundo, y donde estas difieren, decidir cuales concuerdan con los auténticos textos griegos. Es una tarea que exige igualmente tanta entrega amorosa, como es peligrosa y temeraria, de juzgar a otros y estar, al mismo tiempo, bajo el juzgamiento de todos; intervenir alterando en el lenguaje de un anciano y regresar a los días de su primera infancia, a un mundo ya envejecido. ¿Aunque se encontrase a uno sólo, sea instruido o no, que no me llame a viva voz un falsificador y un sacrílego, porque tuve la osadía de agregar, cambiar o corregir en los antiguos libros [latinos], apenas tome en su mano este tomo [la revisión de los evangelios], y descubra, lo que aquí lee, que no esté en el gusto de aquel, que alguna vez haya asimilado? Dos consideraciones empero, que me consuelan y me hacen cargar este odio: por un lado, que tú, en rango superior a todos los demás obispos, me has ordenado hacer esto; y por otro lado que, como también tienen que confirmar mis difamadores, que en tipos de lecturas, que difieren entre sí, es difícil encontrar la verdad. Si habría que tener confianza en los textos latinos, entonces deberían decir: ¿en cuáles? Habiendo casi tantas formas de textos como copias. Si se quiere determinar el texto valedero, a partir de la comparación de varias, ¿por qué no volver a los textos originales griegos y corregir, según estos, todos los errores?, ¿si se remontan a traductores irresponsables o si se trata de ellos como enmendadores para lo peor u osados pero críticos de textos incompetentes o simplemente de adiciones o cambios de copiadores desatentos? ... Yo hablo ahora del Nuevo Testamento: … Mateo, Marcos, Lucas, Juan, ellos fueron retocados por nosotros después de la comparación con textos griegos manuscritos – de cierto antiguos. Pero, para evitar desviaciones demasiado grandes del enunciado latino como se está acostumbrado en las lecturas, hemos mantenido nuestras plumas refrenadas y sólo corregimos allí, donde pareciera que aparecieran variaciones en el sentido, mientras que todo lo demás lo dejamos pasar, tal como estaba” (Preámbulo al Nuevo Testamento; citado por A. M. Ritter, Kirchen- und Theologiegeschichte in Quellen, tomo 1 pág. 181)
Por orden de Agustín, Jerónimo, a pesar suyo, hubo de incluir en su traducción los libros deuterocanónicos. Teniendo conocimiento sobre el canon hebreo, Jerónimo sabía que estos libros no se consideraban inspirados y entendía que no debían incluirse en la Biblia como parte de la Palabra de Dios, a pesar de ello fue forzado a hacerlo y los deuterocanónicos pasaron a formar parte de la Vulgata Latina.
III- La conservación.
En la actualidad sobreviven un buen número de manuscritos tempranos de la Vulgata Editio, de los cuales, el códice Amiatinus datado del siglo VIII es el manuscrito completo más antiguo. Durante la Edad Media, la Vulgata fue víctima de errores inevitables introducidos por causa de las copias realizadas en los monasterios en toda Europa, también se introdujeron, conjuntamente al texto de Jerónimo, textos de su predecesora la Vetus Latina, y notas marginales las cuales se interpolaron erróneamente con el texto durante las copias. De esta forma al comparar las copias existentes se podían encontrar diferencias sustanciales entre ellas y la Vulgata perdió su integridad.
Aproximadamente por el año 550, Casidoro hizo el primer intento de devolver a la Vulgata su original pureza. También Alcuino de York, supervisó y dirigió esfuerzos para copiar una versión de la Vulgata restaurada, la cual presentó a Calomagno en el 801. Ante el advenimiento de la imprenta, los errores humanos se redujeron y su consistencia y uniformidad aumentaron.
IV- La importancia.
La Vulgata Latina constituye la primera gran traducción occidental de la Palabra de Dios y el primer esfuerzo por acercar la Palabra de Dios al pueblo. Como su nombre lo indica la Vulgata pretendió ser una Biblia en el idioma común del pueblo, mérito notable y digno de encomio. A pesar de sus errores innegables, la influencia de la Septuaginta y de su posterior pérdida de pureza, la dedicación de Jerónimo y su esfuerzo por nutrirse para su versión de los originales en hebreo resultan impresionantes. La edición para el pueblo se hizo pronto muy aceptada y su uso se generalizó, de ahí la gran importancia que se le concede.
1 comentario:
En mi opinión, si España hubiera seguido el camino de la Reforma protestante, en el siglo XVI, la historia hubiera sido diferente, e Hispanoamérica hubiera sido otro continente, sin nada que envidiar a los Estados Unidos.
La Vulgata Latina, hubiera podido ser utilizada como libro de texto, en los colegios, para enseñar latín, e ir haciendo traducciones, y se habría podido alfabetizar a la población con la Biblia de Reina-Valera. Las mujeres en España se habrían beneficiado de la alfabetización de la población. España no se merecía una inquisición aplastante, sino tener colegios públicos, donde se impartieran enseñanzas sólidas.
Claro que la Vulgata Latina, la debieron traducir de los idiomas originales, pero, eso es otra cuestión. No quita mérito a la Vulgata.
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